Siempre hay lanzamientos que todos esperamos con muchas ansias, y Lucius II The Prophecy era uno de ellos, lo que todos queríamos encontrar aquí era una nueva aventura sin igual, pero lamentablemente nos topamos con prácticamente la misma fatalidad que su predecesor.
En Lucius II comenzamos con un pequeño joven rondando por los pasillos de un hospital psiquiátrico y con nuestra ayuda él asesinará a todo aquel que ose ponerse en su camino, esto sin duda alguna tiene mucho atractivo para todos los que disfrutamos de los juegos sangrientos, la posibilidad de ser libres sigue estando presente ya que podremos elegir a donde dirigirnos y a quien poder matar e incluso de que forma queremos que este personaje muera, algo que se agradece es el incremento de formas de eliminar a nuestras víctimas.
El enorme problema de esta entrega Lucius II The Prophecy, radica en la carencia de ideas desarrolladas, ya que se ha quedado nada más en una gran idea de los desarrolladores pero sin ser plasmada.
La jugabilidad no es buena ya que es un tanto complicada pero en realidad lo que más molesta no es eso sino la ausencia de historia que aunque esté presente no quiere decir que sea buena o que por lo menos nos encante, en la temática de estos juegos siempre debe existir una gran historia detrás de lo que hacemos o de lo contrario no tendría sentido asesinar a tantas personas sin motivo alguno.
Al final del juego Lucius II The Prophecy nos encontramos con que lo que más terror nos causa, son los tremendos errores que se pueden apreciar, como por ejemplo ver personajes duplicados, personas que atraviesan las paredes y no son fantasmas, a veces interactuamos con ciertos objetos y al regresar al mismo lugar inexplicablemente ya no es posible la interacción con esos objetos.
Estos son solo algunos de los fallos más comunes, claro que hay muchos más, y que para estas alturas después de ser la segunda entrega de Lucius, y en la época en la que vivimos con la tecnología tan avanzada, creo en mi opinión que estos errores son imperdonables, ya que no estamos en los tiempos cuando todo lo nuevo que veíamos nos impresionaba y no prestábamos atención a los detalles mínimos.
